Tenía su mejilla sobre su pecho. Le costaba respirar con todo ese peso sobre él pero no quería moverse. Miraba el vidrio de la ventana, la silueta que se desdibujaba en el cristal empañado. Cerró los ojos y siguió aspirando el olor que se desprendía de su cabello. Si él fuese una persona normal se permitiría enamorarse de ese momento.
Entrecerró los ojos con suavidad. No sabía como pero aquello le resultaba dulce como si fuese un caramelo, de hecho era mejor q un caramelo y era más sutil. Era como probar por ves primera un postre delicioso que nunca haya sabido de su existencia pero que en cambio reconocía como una lluvia de sabores reconocibles.
Abrió los ojos de nuevo, se estaba quedando dormido y era un pecado para él hacerlo. No quería sentir más de lo debido en ese momento, solo pasar el momento, quizá era mejor levantarse fríamente y hacer que él se despertara y discretamente marcharse. Eso era algo que no le gustaba, no quería estar ahí con ese suave tacto y la respiración que le decía que tenía a una persona viva a su lado, yaciendo desnuda, con el corazón palpitando rítmicamente con el suyo. Levantó la mano y acarició su suave y desprolijo cabello. Cerró de nuevo los ojos y dibujo una amplia sonrisa. Volvió a mirar el techo y se sintió ridículo. Dichosamente ridículo. No quiero enamorarme. Se dijo en la mente. Esto debe acabar.
Entonces el peso cayó de lado. Lo liberaban por si quería marcharse de verdad. Separó los labios y abrió los dientes. Aspiro una bocanada de aire fresco y deseaba seguir oprimido por su cuerpo. Una lagrima de sueño resbalo por un costado de su mejilla, la sentía resbalara casi hasta tocar la oreja. Es hora de irse.
Intentó pensaren el sexo que acababan de tener. Materializar todo y volverlo algo ordinario. Esto no es nada, se dijo y entonces lo oyó respirar fuertemente. Él había despertado.
Sintió un suave y delicioso roce. Con sus dedos recorría bailando sobre su antebrazo. Su corazón latía mas fuerte y los ojos se le volvían tan pesado que temía que si los cerraba acabaría enamorado de nuevo. Tragó saliva y dejó salir un suspiro, quiso darse la media vuelta y evitar ese roce pero no se atrevió. Le gustaba, lo seducía como si fuera mas que el simple sexo que solo buscaba. Lo estaba profanando, violaba una intimidad que no le gustaba sentir, era mejor mantenerse a raya y nunca dejar que el corazón se le desbordara fuera del pecho y de la simple acción de bombear sangre.
-Quédate
Escuchó la voz masculina y soñolienta.
Dio un respingo y volteo de inmediato la mirada hacia su rostro.
No le veas los ojos, no lo hagas, se decía pero cuando se dio cuenta estaba mirándose en ellos. La forma circular de las pupilas, el pequeño lunar que se veía entre los pliegues castaños. El resplandor vidrioso. Su mirada y su sonrisa.
-No te vayas
le volvió a insistir.
Miro de nuevo al cielo raso. Una nueva lágrima de sueño resbaló por el mismo camino recorrido de la anterior. Le tembló el labio superior, y con el dorso del brazo se limpio la barba y el bigote bajo su nariz, luego discretamente borró la lágrima. Exhaló hondo hasta que sus pulmones se sintieron vacios. Un hueco se formó en su estomago, su corazón se heló y se terminó sorprendiendo del ronco de su voz.
-No iré a ningún lado.
Se giró y se miraron mutuamente. No había querido hacerlo en toda la noche pero se derrumbo al acto. Le dio un suave beso y se apartó para verlo de nuevo. Aun no regresaba a recostarse en la cama cuando se dejó perder por el dulce sabor. Seguía teniendo miedo a todo, pero qué más daba si volvía a saborear ese dulce sabor en sus labios nuevamente.
Entrecerró los ojos con suavidad. No sabía como pero aquello le resultaba dulce como si fuese un caramelo, de hecho era mejor q un caramelo y era más sutil. Era como probar por ves primera un postre delicioso que nunca haya sabido de su existencia pero que en cambio reconocía como una lluvia de sabores reconocibles.
Abrió los ojos de nuevo, se estaba quedando dormido y era un pecado para él hacerlo. No quería sentir más de lo debido en ese momento, solo pasar el momento, quizá era mejor levantarse fríamente y hacer que él se despertara y discretamente marcharse. Eso era algo que no le gustaba, no quería estar ahí con ese suave tacto y la respiración que le decía que tenía a una persona viva a su lado, yaciendo desnuda, con el corazón palpitando rítmicamente con el suyo. Levantó la mano y acarició su suave y desprolijo cabello. Cerró de nuevo los ojos y dibujo una amplia sonrisa. Volvió a mirar el techo y se sintió ridículo. Dichosamente ridículo. No quiero enamorarme. Se dijo en la mente. Esto debe acabar.
Entonces el peso cayó de lado. Lo liberaban por si quería marcharse de verdad. Separó los labios y abrió los dientes. Aspiro una bocanada de aire fresco y deseaba seguir oprimido por su cuerpo. Una lagrima de sueño resbalo por un costado de su mejilla, la sentía resbalara casi hasta tocar la oreja. Es hora de irse.
Intentó pensaren el sexo que acababan de tener. Materializar todo y volverlo algo ordinario. Esto no es nada, se dijo y entonces lo oyó respirar fuertemente. Él había despertado.
Sintió un suave y delicioso roce. Con sus dedos recorría bailando sobre su antebrazo. Su corazón latía mas fuerte y los ojos se le volvían tan pesado que temía que si los cerraba acabaría enamorado de nuevo. Tragó saliva y dejó salir un suspiro, quiso darse la media vuelta y evitar ese roce pero no se atrevió. Le gustaba, lo seducía como si fuera mas que el simple sexo que solo buscaba. Lo estaba profanando, violaba una intimidad que no le gustaba sentir, era mejor mantenerse a raya y nunca dejar que el corazón se le desbordara fuera del pecho y de la simple acción de bombear sangre.
-Quédate
Escuchó la voz masculina y soñolienta.
Dio un respingo y volteo de inmediato la mirada hacia su rostro.
No le veas los ojos, no lo hagas, se decía pero cuando se dio cuenta estaba mirándose en ellos. La forma circular de las pupilas, el pequeño lunar que se veía entre los pliegues castaños. El resplandor vidrioso. Su mirada y su sonrisa.
-No te vayas
le volvió a insistir.
Miro de nuevo al cielo raso. Una nueva lágrima de sueño resbaló por el mismo camino recorrido de la anterior. Le tembló el labio superior, y con el dorso del brazo se limpio la barba y el bigote bajo su nariz, luego discretamente borró la lágrima. Exhaló hondo hasta que sus pulmones se sintieron vacios. Un hueco se formó en su estomago, su corazón se heló y se terminó sorprendiendo del ronco de su voz.
-No iré a ningún lado.
Se giró y se miraron mutuamente. No había querido hacerlo en toda la noche pero se derrumbo al acto. Le dio un suave beso y se apartó para verlo de nuevo. Aun no regresaba a recostarse en la cama cuando se dejó perder por el dulce sabor. Seguía teniendo miedo a todo, pero qué más daba si volvía a saborear ese dulce sabor en sus labios nuevamente.
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